El desarrollo de la inteligencia emocional en la escuela es fundamental ya que la educación sin sentimientos es una mera instrucción que no tiene eco en los alumnos y que no abarca en la totalidad de la persona. Para que los aprendizajes sean interiorizados y generalizados es necesario tener en cuenta los sentimientos, las experiencias y vivencias de los alumnos, y así presentárselos de forma significativa para ellos.
La educación ha de desarrollar tanto la vida intelectual como la emocional puesto que actualmente se apuesta por una educación integral de la persona, y el ser humano consta de ambas partes.
El aprendizaje y el desarrollo de las habilidades sociales se hace imprescindible para socializar e interiorizar las formas de conducta para afrontar las situaciones. Estas habilidades han de ser enseñadas desde la infancia porque su desarrollo y mantenimiento, requiere de la intervención consciente y planificada de los agentes educativos, de entre ellos destaca la escuela.
Para el desarrollo de las capacidades sociales los niño necesitan aprender a reconocer las situaciones sociales, las necesidades de los otros niños y las suyas y responder de forma adecuada.
Esto es importante porque el rechazo de los compañeros en la niñez contribuye al fracaso escolar o deficiencias en el aprendizaje.
En casa, los padres pueden ayudarles a desarrollarlas, empezando por hablar abiertamente con ellos de nuestros sentimientos. Esa es la mejor manera de enseñarles a comprender y comunicar sus emociones y las de los demás, y esto facilitará su interacción social.
DINÁMICAS
PARA LA EXPRESIÓN DE SUS EMOCIONES
El osito sentimental
Esta dinámica tiene por objeto la solución de problemas. Ayuda a la expresión de
sentimientos, solidaridad y superación. Es adecuada para niños de 3 a 5
años.
Esta actividad es útil cuando alguno de los niños del grupo está
triste, enojado o con miedo. Enseña que las experiencias que producen emociones
fuertes como éstas, son parte de la existencia humana.
También enseña a
los niños que aprender a expresar estos sentimientos nos ayuda a entendernos
unos a otros. El OSITO se convierte en un excelente ayudante del docente para
conversar acerca de problemas, conflictos y su resolución.
Lo único que
necesita es un osito de peluche.
Instrucciones:
Preséntele a los
niños el osito de peluche y juntos pónganle un nombre. Se le inventa al osito
una historia y se les dice como llegó al colegio. Enfatizar que es un osito muy
especial que les va hablar sobre sentimientos de tristeza, rabia y
miedo.
Colocar a los niños en círculo y comenzar la discusión diciendo
algo como: "vamos a jugar o a pretender que el osito está muy triste hoy. ¿Qué
creen Uds. que le pasó al osito?.
Invite a los niños a describir que creen ellos que le pasó al osito. Se
puede comenzar la historia como sigue a continuación: "el osito está triste
porque un amigo de él se está mudando a una ciudad diferente", "el osito tiene
miedo hoy porque un vecino más grande que él quiere golpearlo", "el osito está
muy enojado porque alguien rompió su juguete favorito".
La idea es hacer
que el problema del osito sea similar a un problema que tenga alguno de los
niños del grupo, pero no hay que duplicar exactamente las circunstancias. Evite
que los ejemplos sean tan dolorosamente crueles que en lugar de ilustrar puedan
alarmar a los niños. Los niños se pueden beneficiar de la discusión oyendo y
ofreciendo sus propias opiniones.
Se pide a los niños que ofrezcan ideas
que puedan ayudar al osito. Pedirle a los niños que le digan al osito como él
puede solucionar su problema. Alguno de los niños le puede querer dar un abrazo
al osito. Luego se da las gracias a los niños por las ideas
aportadas.
Comentarios:
No se debe abusar de este tipo de actividades,
hay que balancear la discusión de estos sentimientos con otros más positivos
como la alegría, la felicidad, etc.
El RELOJ DE LAS EMOCIONES
Sobre un círculo de cartulina, enganchamos las imágenes de diversos niños que
muestran diferentes emociones (alegría, tristeza, sorpresa, enfado, vergüenza,
etc), y en el centro enganchamos una flecha que pueda girar. Una vez tenemos el
reloj construido, podemos hacerlo servir para diferentes actividades:
Explicamos un cuento: a medida que narramos el
cuento, los alumnos colocan la flecha en una u otra emoción, en función de las
situaciones y sentimientos que estaba atravesando el personaje del cuento que se
está contando. Para evitar disputas, se puede establecer un orden para mover la
aguja del “reloj”.
En asamblea comentamos cosas especiales que hayan
pasado en clase: si un niño ha tenido un hermanito, y lo explica, puede poner su
nombre encima de la cara contenta, y la flecha señalándola. Si otro alumno ha
tenido se ha enfadado con otro, se hará lo mismo con las caras enfadadas o
tristes. Se pueden aprovechar los acontecimientos de la semana para trabajar las
emociones con los pequeños y de esta manera hacerles conscientes de cómo se
sienten.
El panel de las normas
Sobre una cartulina se preparan dos columnas: una para las situaciones que nos
ponen alegres y otras para las que nos ponen tristes. Seleccionamos imágenes con
acciones diversas que nos pongan contentos y tristes (pegar nos pone tristes,
compartir nos pone alegres, gritar nos pone tristes, etc.), y lo comentamos en
asamblea enganchándolas en el lugar que le corresponde. Lo bueno de esta
actividad son las nuevas aportaciones de los niños que se salen de las
propuestas iniciales; así añadimos propuestas de los alumnos: sacarse mocos,
romper las cosas (que se deciden donde se han de colocar).
LOS CORAZONES DE LOS SENTIMIENTOS
Se preparan unos corazones, y cada uno de ellos lleva pegado una fotografía de
una expresión recortada de una revista (triste, contento, enfadado). Cada día en
asamblea hacemos la pregunta: ¿cómo me siento hoy? Los niños han de elegir el
corazón de la expresión que se ajusta más a cómo se sienten y explican el por
qué. Con esta actividad los pequeños expresan oralmente sus emociones y les
ayuda a aprender a ser conscientes de ellas y que se siente con cada una.